martes, 4 de enero de 2011

Es tiempo de aventuras

Hace unos días, una amiga me recordó que hacía diez años que se había estrenado el disco de El viaje de Copperpot, de La Oreja de Van Gogh. No se encuentra este grupo entre mis favoritos, ni siquiera es el tipo de música que suelo escuchar, pero recuerdo con cariño este disco, por lo que me evoca cada vez que escucho alguna de sus canciones.
Y es que cada vez que lo oigo, no puedo evitar retroceder hasta aquellas tardes de verano en que, en mi habitación, y con estas canciones, procedentes de la habitación de mi hermana, como fondo musical, devoraba el Señor de los Anillos. Desde entonces, para mí, disco y libro han estado unidos, y aún hoy vuelvo a experimentar de una forma muy intensa, cada vez que escucho tranquilamente una de sus canciones, las mismas sensaciones que sentía al leer aquel libro de aventuras: ya no es sólo el placer que constituía la lectura, sino esa empatía con aquellos personajes y ese anhelo infantil de salir fuera del mundo conocido en busca de aventuras como las que narraban Twain, Verne, Defoe, Stevenson o el mismo Tolkien.  

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